Una de las maravillas del mundo antiguo, los Jardines Colgantes pudieron no haber estado en Babilonia, en absoluto. Por miles de años, la construcción de los Jardines Colgantes, un paraíso profusamente regado, se le ha atribuido a Nabucodonosor, rey de Babilonia. A pesar de los grandes esfuerzos arqueológicos para localizar el sitio de los jardines nunca se ha hallado rastro de ellos. Un equipo de Alemania pasó 19 años excavando los sitios más probables sólo para terminar con las manos vacías. "Muy a su pesar, no pudieron encontrar una posible ubicación con el suficiente espacio en la vecindad de los palacios, ni tampoco extraer ninguna confirmación por escrito de los muchos textos que desenterraron", escribió la investigadora Stephanie Dalley. En cambio, Dalley cree que los jardines no pudieron estar situados en Babilonia en absoluto, sino que fueron, de hecho, una creación de los asirios que los construyeron a más de 480 kilómetros de distancia en Nínive, ciudad cuyos restos se encuentran hoy al norte de Irak. Dalley ha basado estas conclusiones en nuevas traducciones de inscripciones cuneiformes y hallazgos de acueductos sofisticados y canales en la región asiria.
¿Existieron realmente los Jardines Colgantes en Babilonia?
Una de las maravillas del mundo antiguo, los Jardines Colgantes pudieron no haber estado en Babilonia, en absoluto. Por miles de años, la construcción de los Jardines Colgantes, un paraíso profusamente regado, se le ha atribuido a Nabucodonosor, rey de Babilonia. A pesar de los grandes esfuerzos arqueológicos para localizar el sitio de los jardines nunca se ha hallado rastro de ellos. Un equipo de Alemania pasó 19 años excavando los sitios más probables sólo para terminar con las manos vacías. "Muy a su pesar, no pudieron encontrar una posible ubicación con el suficiente espacio en la vecindad de los palacios, ni tampoco extraer ninguna confirmación por escrito de los muchos textos que desenterraron", escribió la investigadora Stephanie Dalley. En cambio, Dalley cree que los jardines no pudieron estar situados en Babilonia en absoluto, sino que fueron, de hecho, una creación de los asirios que los construyeron a más de 480 kilómetros de distancia en Nínive, ciudad cuyos restos se encuentran hoy al norte de Irak. Dalley ha basado estas conclusiones en nuevas traducciones de inscripciones cuneiformes y hallazgos de acueductos sofisticados y canales en la región asiria.