Cuando estalla un relámpago, el aire a su alrededor se calienta y alcanza una temperatura cercana a 30.000 °C. Se calienta tanto que se expande a una enorme velocidad. Esto ocasiona el fuerte sonido que escuchamos. Los truenos se originan exactamente al mismo tiempo que el relámpago, pero vemos el relámpago primero porque la luz viaja por el aire más rápido que el sonido.