Cuando La Condamine, en el siglo XVIII, reveló en Europa las sorprendentes propiedades de la resina llamada cahuchu por los indios de América, se hallaba, sin duda, muy lejos de prever lo que llegaría a ser la industria del caucho durante una época en que la humanidad se pondría a circular sobre ruedas cubiertas de goma. Flexible y resistente, el neumático constituye uno de los elementos de suspensión del automóvil por su efecto amortiguador de los pequeños choques producidos por las irregularidades de la carretera. El neumático se hincha introduciendo aire a presión a través de una válvula hermética. La cubierta está compuesta de un armazón formado por hilos de fibras textiles (algodón, rayón, nylon) o de acero, yuxtapuestos y colocados en capas superpuestas después de haber sido revestidas con látex artificial o con una disolución de goma natural o de resina sintética. Los hilos de una capa se disponen al través con respecto a los de la siguiente, de forma que la orientación de los hilos se encuentra invertida de una capa a la otra. Este cruzado aumenta la resistencia del neumático al desgaste. La banda de rodamiento, que es la parte del neumático que entra en contacto con el suelo, hace posible, con su adherencia, la propulsión y el frenado del vehículo: sin la suficiente adherencia, el vehículo patinaría. En su periferia lleva unos relieves antideslizantes -muy estudiados- cuyos huecos actúan por succión. (¡Cuidado con los relieves gastados! Son una amenaza de patinazo...) La banda de rodamiento debe su color gris al negro de humo incorporado a la goma para aumentar su dureza y, por lo tanto, su duración. El neumático va montado en la llanta, en cuyos rebordes se apoya por medio de un talón en el que se inserta una varilla anular de cable de acero, deformable pero no extensible. El talón del neumático se obtiene volviendo las capas de hilo de la cubierta sobre la varilla.
Los neumáticos se diferencian por sus dimensiones y por la presión de su hinchado. Los neumáticos de un mismo automóvil no deben estar casi nunca a la misma presión.
En general, los neumáticos de las ruedas traseras deben tener una presión ligeramente superior a la de los neumáticos de las ruedas delanteras.