Arthur Schopenhauer, el filósofo que opinaba que las mujeres eran unos seres de cabellos largos e ideas cortas, fue uno de los pensadores más desesperanzados y pesimistas de toda la historia de la filosofía. Había nacido en Danzig, Alemania, en 1788, y en su juventud se dedicó al comercio por influencia de su padre, pero a la muerte de éste abandonó aquella actividad, que tan poco le interesaba, y se puso a estudiar filosofía en las universidades de Gotinga y Berlín. Fue luego profesor en esta última ciudad, pero sólo dio su primera clase, pues no dudó en elegir como horario el mismo en que Hegel impartía sus lecciones, con una audiencia masiva y constantemente en aumento. Es obvio que Schopenhauer no podía competir con éxito ante una filosofía que avanzaba inconteniblemente. En efecto, sus doctrinas no fueron acogidas en Berlín con entusiasmo y, desalentado, se dedicó a viajar por Italia y Alemania, retirándose en 1831 a Francfort, donde permaneció hasta su muerte en 1851, tras llevar una vida estricta, casi ascética. Eran frecuentes sus soliloquios gesticulantes y acostumbraba realizar largos paseos acompañado únicamente de su perro.
Schopenhauer será el encargado de volver a cargar de nebulosidad la filosofía que Hegel creía haber transformado en ciencia para siempre. A pesar de ello, y aunque sólo sea por el modo tan violento de reaccionar frente a él, el pensamiento de Schopenhauer debe mucho a Hegel. Aparte de esto, fue uno de los primeros filósofos europeos interesados e influidos por la filosofía oriental, fundamentalmente por el budismo. Kant y Platón están asimismo presentes en su sistema. Para Schopenhauer, el mundo externo es una mera representación engañosa, plural e inconsistente. Frente a él se coloca la absoluta unidad de la voluntad del hombre, pero, al mismo tiempo, la voluntad es el origen de todo dolor y de todo mal, porque la voluntad es querer, y querer es fundamentalmente querer vivir. Como la vida no puede ser nunca algo completo y definitivo, lo único que aplacaría este dolor sería la falta de conciencia. Por eso, para Schopenhauer, el único camino a seguir es la anulación de los deseos, alcanzar el autoaniquilamiento y llegar hasta la nada, el nirvana de la filosofía budista. No es de extrañar que con tales perspectivas sus doctrinas no alcanzaran éxito entre sus alumnos. De todos modos, su pensamiento tiene mucho de sugerente e influyó en filósofos como Friedrich Nietzsche y en artistas como Richard Wagner.