Las extensiones de agua en el interior de las zonas continentales, cuando son relativamente pequeñas, no llevan el nombre de lagos, sino de lagunas. Esta distinción puede aplicarse con exactitud porque la ciencia geográfica no ha fijado la extensión necesaria para darles uno u otro nombre, que han sido dejados más bien al uso o la costumbre.
Por lo general, todos los lagos tienden a disminuir de tamaño a través del tiempo, porque los ríos que los alimentan ahondan o cambian sus cauces. Esto no puede advertirse en poco tiempo: es obra de siglos. Por eso puede decirse que una laguna fue antes un lago, y que la laguna misma deberá reducirse y desaparecer con el tiempo. Esto se demuestra al advertir que en todos los países hay nombres de lugares actualmente secos, muchas veces pueblos, barrios o ciudades, que llevan un nombre derivado de laguna.
Las lagunas son casi siempre de agua dulce. Sin embargo, las hay también de agua salada, especialmente cuando tienen salida directa al mar. Las lagunas de esta última clase son conocidas también con el nombre de albuferas.