Durante el rodaje de muchas películas, intrépidos dobles sustituyen a los actores en las escenas peligrosas. A veces ejecutan en público sus temerarias acrobacias.
El oficio de doble no tiene nada de monótono. Hoy es mosquetero del rey, lleva la capa negra y el sombrero de anchas alas, y debe saltar de lo alto de una muralla en persecución del traidor; la muralla es alta, pero el espectador no ve una red que recoge al impetuoso soldado. Mañana doblará a un piloto de carreras de automóviles y saldrá indemne de su coche en llamas, tras una aparatosa vuelta de campana. Los dobles de película practican todos los deportes: boxeo, esgrima, equitación, acrobacia aérea, carreras, etc. Algunos son paracaidistas u hombres-ranas; otros, pilotos acróbatas. Pagados según los riesgos corridos, estudian minuciosamente cada ejercicio y se someten pacientemente a metódicas repeticiones.