Sólo conocemos la primera vegetación terrestre a través de las huellas fósiles que dejó impresas en los minerales. Sin embargo, en el gran bosque petrificado de Arizona fueron los propios árboles los que, impregnándose de materias minerales, se transformaron en auténticos árboles de piedra. La sección de los troncos muestra los más minúsculos detalles; cada vaso de la madera se ha transformado en cuarzo de exquisitos colores. Sin duda, agua con sales minerales disueltas empapó esos árboles. Los troncos partidos yacen en el suelo a manera de fragmentos cilíndricos de antiguas columnas. El espectáculo de este bosque petrificado, inmóvil desde hace millones de años, es, en verdad, impresionante.
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