El mecanismo del pájaro autómata está constituido por una rueda de clavijas que gira con el mecanismo del sonido y levanta unas palancas de pestaña. Estas palancas van unidas, por un lado, a dos fuelles, y, por otro, al pájaro, montado en forma basculante sobre su percha. Cuando llega el momento de sonar, el cuco empuja la puerta, la abre y avanza rápido y puntual. Luego, es levantado por un alambre atado a su cola, lo cual hace que se incline hacia adelante, mientras que otro pequeño alambre, atado al pico, provoca la abertura de éste. En ese momento, las palancas accionan sobre los dos fuelles -cada uno de ellos dedicado a la emisión de una nota-, que se cierran bruscamente uno tras otro y producen el célebre "cucú" que se escucha en los bosques... y también en la Sinfonía pastoral de Beethoven. Una vez cumplida su misión "relojera", el pajarito de madera tallada se endereza juiciosamente y se retira tras la puerta, que lo oculta.
Con medios muy sencillos y con un mecanismo poco menos que rudimentario, se obtiene este juguete animado que hace penetrar un soplo campestre en los más cerrados hogares de las ciudades.