Era creencia de los antiguos griegos que el rocío matinal eran lágrimas que la diosa del alba Eos (Aurora) derramaba por su hijo Memnón. Cita la leyenda que Memnón era hijo de Eos y del troyano Titón.
Memnón llegó a ser rey de Etiopía. Cuando los griegos atacaron Troya salió aquél en ayuda de su tío, el rey de Troya. Memnón dio muerte a Antíloco, pero, a su vez, fue aniquilado por Aquiles. Eos ordenó a sus hermanos los Vientos que llevaran su cuerpo a Misia, donde ella y la naturaleza entera lloraron su muerte. Guerreros etiopes quemaron su cuerpo, y Zeus trasmutó en pájaros las chispas que brotaron.
Memnón se representa tanto en pintura como en escultura como un brillante joven moreno. Se le rindió culto como a un dios. Sobre las riberas del Nilo, cerca de Tebas, existe una gran estatua. Es la de un rey egipcio, pero durante algún tiempo se creyó que era de Memnón. La estatua emitía ciertos sonidos musicales cuando los rayos del sol caían sobre ella. Los antiguos de Grecia creían que las notas escuchadas provenían de Memnón llamando a su madre todas las mañanas.