En el poema autobiográfico A Child's Garden of Verses, Stevenson explica cómo, alejado de los juegos de los demás niños, creaba un maravilloso mundo imaginario con las cosas más sencillas. Su cama, en lugar de ser un lugar de sufrimiento y de fastidio, era para el muchacho "la hermosa región del cobertor". Su madre le leía las historias que a él le gustaban, y el constante cariño de su niñera, Alson Cunningham, le ayudó a soportar los momentos más difíciles. Durante su juventud, pudo asistir a la Universidad, donde estudió Leyes y Arquitectura, pero su salud no le permitió continuar los estudios con la asiduidad necesaria.
Durante varios años, vagó por Francia, Alemania y Suiza, en busca de descanso y salud, y escribió crónicas de estos viajes en An Iriland Voyage, en 1878, y en Travels with a Donkey in the Cevennes, en 1879. Los lectores apreciaron en seguida la agradable prosa de Stevenson, escrita en un lenguaje fácil, pero lleno de gracia y de estilo. Con la publicación de su primera novela larga, Treasure Island (La isla del tesoro), en 1883, alcanzó una gran popularidad; escribió muchos ensayos, poemas y novelas cortas, y en 1886, publicó la novela corta The strange case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde y otra larga historia de aventuras, Kidnapped.
Robert Louis Stevenson no profundizaba en los problemas de la vida y de la sociedad; volvió al romanticismo puro de Scott, a explicar un asunto por el placer de explicarlo, a las aventuras y al eterno espíritu de la juventud.
La gran novela de la vida privada de Stevenson empezó en Francia, donde en 1876, conoció a Mrs. Fanny de Grift Osbourne. Inmediatamente, se dio cuenta de que era la mujer de su vida, pero entre ellos, se levantaban grandes obstáculos: ella tuvo que regresar a su casa de San Francisco. Cuando el artista se enteró de que estaba enferma, decidió acudir a su lado. Cruzó el mar, confundido entre los pasajeros más modestos de la proa de un barco, y el continente, en un tren de emigrantes. Esta experiencia le dio material a Stevenson para muchos libros, pero el esfuerzo fue superior a sus fuerzas; avanzó su tuberculosis hasta el punto de que hubiera seguramente muerto sin los cuidados de Mrs. Osbourne, que lo atendió. En 1880, se casaron, y el artista volvió a Inglaterra con su esposa y su hijastro. El hijastro, Lloyd Osbourne, colaboró con él en algunas de sus obras, y después, adquirió considerable renombre por su propia cuenta.
Stevenson no pudo soportar el clima duro de Escocia y vagó de un lugar a otro en busca de algo más saludable. Por fin, se instaló con su familia en una de las islas de Samoa (Upolu), en el Pacífico del Sur, donde pudo prolongar unos años más su vida. El final de esta lucha tan dura se produjo repentinamente en 1894, con un ataque de apoplejía que lo dejó sin conocimiento mientras estaba alegremente charlando en la terraza de su casa. Los indígenas, que consideraban a Stevenson como una especie de jefe, trasladaron su cadáver hasta la cumbre del Monte Vaea, para lo que abrieron camino a través de la selva con sus machetes y hachas. Y allí descansa todavía, en medio de la soledad de los árboles, los pájaros y los vientos, con uno de sus versos como epitafio.
Las fuentes de "la isla del tesoro"
Esta bella e interesante narración es hoy leída por todos los jóvenes y por muchos de los viejos que no la han leído en su juventud. Stevenson se inspiró para escribirla en las aventuras del capitán Guillermo Kidd (16459-1701), uno de los más famosos piratas: y cosa extraña, las autoridades "tuvieron serias dudas" de si en realidad lo era o si servía los intereses británicos con sus piraterías.
En la guerra entre ingleses y franceses, Kidd tuvo fama de capitán intrépido y audaz corsario en las Indias Occidentales. A fines del siglo XVII, fue afortunado capitán de un buque, en el que arribó a Nueva York. El comercio británico sufría grandemente con el ataque de los piratas. Así, a petición del gobernador de Nueva York, Kidd recibió dos antagónicas y contradictorias comisiones del rey a "nuestro confiado y bien reconocido capitán Kidd": era una la de sorprender a los piratas, y otra, la de piratear contra Francia. Con treinta fusiles y una tripulación de 155 hombres, el capitán, osadamente, se hizo a la mar en su barco Adventure, rumbo a Madagascar, Malabar y la región del Mar Rojo.
Sus dificultades empezaron: los piratas no fueron hallados y el cólera mató a algunos de sus tripulantes; el buque hizo agua y las provisiones empezaron a faltar. El capitán Kidd fue dominado por un motín de la tripulación; su buque fue dedicado por los rebeldes a la piratería. Los tripulantes capturaron algunos bajeles árabes, pelearon con unos guerreros portugueses, y finalmente, apresaron al Keddah Merchant, con un rico botín. En este punto, de acuerdo con el testimonio de Kidd, él recuperó el mando, abandonó al viejo Adventure, cambió el botín capturado a otra embarcación y se dirigió a América, dispuesto a saquear las colonias. Pero fue arrestado en Boston, al desembarcar, y enviado a Londres. Allí, fue convicto de asesinato en la persona de un marino amotinado. Después de una prueba no muy convincente, afirmó ser "el hombre más inocente de toda su tripulación". Fue declarado, al fin, culpable de piratería y condenado a ser colgado, con algunos de sus compañeros, en el Muelle de las Ejecuciones.
De tiempo en tiempo, la gente busca todavía en las orillas del Hudson o de Long Island Sound los tesoros de oro, plata y piedras preciosas que, según la leyenda, fueron enterrados allí por el famoso capitán. Stevenson, con imaginación brillante, los enterró en una isla desierta y aprovechó el tema para construir una de las más bellas y amenas narraciones de aventuras.