En la constante lucha que libra el hombre contra las enfermedades, la ciencia médica ha encontrado remedios nuevos y valiosos, entre ellos, los llamados "antibióticos". Uno de éstos es la estreptomicina, que proviene de una especie de hongo llamado Streptomyces griseus.
El doctor Selman A. Waksman hizo una larga serie de pruebas de laboratorio, efectuadas en el año 1944 en Nueva Jersey, Estados Unidos, con interesantísimos resultados. Posteriormente, se hicieron ensayos en el Hospital de Toronto, Canadá, administrando estreptomicina a 66 soldados enfermos y los resultados también fueron satisfactorios. Estos experimentos demostraron que la estreptomicina servía para curar o por lo menos aliviar algunas enfermedades de tipo tuberculoso, y otros males, como la meningitis o las complicaciones causadas por los trastornos catarrales, y para destruir las bacterias que se hallan en el intestino humano, contra las que resultaban ineficaces otros medicamentos. Pudo observarse, especialmente en casos de tuberculosis, por medio de radiografías, que la estreptomicina impedía el progreso de la enfermedad, con mejoría del estado general del enfermo y reducía las lesiones que presentaban en los órganos.
Después de las pruebas realizadas por Waksman, se ha extendido el uso del nuevo medicamento. Una experiencia más amplia ha demostrado ya el verdadero alcance curativa de la estreptomicina.