El helicóptero, que es el más joven de los aparatos aeronáuticos, está siendo empleado cada vez más en casi todos los campos de actividad. Su éxito se basa, sin duda, en su versatilidad, ya que combina algunas de las cualidades que eran típicas de los dirigibles con otras que son propias de los aeroplanos. Decisiva es sobre todo su capacidad de despegar y aterrizar verticalmente, utilizando un campo de maniobras muy reducido. Esto le permite intervenciones prácticamente ilimitadas en toda clase de situaciones: salvamentos en lugares inaccesibles, como montañas, heleros o pequeñas islas perdidas en el mar; rápidos desplazamientos que pueden permitir el establecimiento de puentes aéreos en situaciones de emergencia; vuelos bajos a escasa velocidad para la fumigación de zonas boscosas con substancias antiparasitarias; etc.