Ayudado de dos varitas, cuyos extremos están unidos entre sí por un cordel, el jugador lanza el diábolo al aire, lo recoge de nuevo con el cordel tenso y lo hace rodar a lo largo del mismo. Pero he aquí cómo, en este juego, intervienen varios fenómenos físicos. La bobina se puede poner en rotación gracias al roce que se ejerce entre el cordel y el centro de la misma. Las varitas deben ser manejadas de tal modo que el roce sea máximo en la dirección que se ha elegido, mientras que, en el otro lado, se deja la cuerda algo más floja. En segundo lugar, es posible recoger el diábolo en su caída porque éste obedece al principio de la mecánica según el cual el eje de todo cuerpo giratorio -lo cual vale también para la peonza- tiende a conservar la misma dirección. Gracias a esta estabilidad del eje de rotación en el espacio (que igualmente dirige el movimiento al yo-yo), el diábolo vuelve a caer sobre el cordel en la misma posición que tenía al ser lanzado, porque su eje permanece perpendicular a la línea del cordel tenso, que lo recibe y que puede volver a lanzarlo de nuevo.
¿Qué es el juego del diábolo?
Ayudado de dos varitas, cuyos extremos están unidos entre sí por un cordel, el jugador lanza el diábolo al aire, lo recoge de nuevo con el cordel tenso y lo hace rodar a lo largo del mismo. Pero he aquí cómo, en este juego, intervienen varios fenómenos físicos. La bobina se puede poner en rotación gracias al roce que se ejerce entre el cordel y el centro de la misma. Las varitas deben ser manejadas de tal modo que el roce sea máximo en la dirección que se ha elegido, mientras que, en el otro lado, se deja la cuerda algo más floja. En segundo lugar, es posible recoger el diábolo en su caída porque éste obedece al principio de la mecánica según el cual el eje de todo cuerpo giratorio -lo cual vale también para la peonza- tiende a conservar la misma dirección. Gracias a esta estabilidad del eje de rotación en el espacio (que igualmente dirige el movimiento al yo-yo), el diábolo vuelve a caer sobre el cordel en la misma posición que tenía al ser lanzado, porque su eje permanece perpendicular a la línea del cordel tenso, que lo recibe y que puede volver a lanzarlo de nuevo.