Con los cereales, por ejemplo, recogía más gustoso las espigas que estaban erguidas que las caídas. Cuando empezó a cultivar las plantas, se inclinó a guardar las semillas de las que producían más, o de aquellas cuyas partes comestibles eran las más desarrolladas. El problema es el mismo hoy en día. La selección consiste en aislar o crear variedades que presentan un cierto número de cualidades. Ésta puede ser una cuestión de sabor, color, precocidad, facilidad de manipulación o resistencia a las enfermedades.
Se espera así que una manzana tenga un bello aspecto (el sabor, desgraciadamente, ha sido desatendido en estos tiempos); se necesitará también que pueda resistir la manipulación después de la recolección, el transporte y la distribución; en fin, se buscarán variedades resistentes a las grandes enfermedades, pues su tratamiento aumenta el costo de producción. Con las plantas decorativas es, esencialmente, el aspecto estético lo que se busca.
Una planta que tenga flores, por ejemplo, se verá, además de su color y forma, su duración y porte; si presenta bien su flor; si no esta inclinada, disimulada por el follaje, etc.
¿Por qué aún hay que seleccionar? La primera razón, es que siempre se busca mejorar con el fin de obtener más; la segunda, es que ninguna variedad vegetal ha demostrado ser inmune al ataque de nuevos depredadores (los parásitos se adaptan a las plantas nuevas). Habrá entonces que cambiar regularmente las variedades utilizadas, para evitar la pululación de parásitos; finalmente, está el aspecto comercial: una nueva variedad en efecto es siempre más atractiva que una tradicional, ya sea frutal u ornamental.