La fecundación de una flor necesita de la transportación del grano de polen hasta el estigma de la misma. Hay numerosas variantes en el método de translado: la más primitiva es el transporte por el viento. Si la flor es hermafrodita. es decir si posee a la vez órganos masculinos y femeninos, el estigma no tarda en atrapar el grano de polen.
Si la flor es unisexuada (ya sea masculina o femenina), se necesita una gran cantidad de polen para que algunos granos encuentren al estigma. Así las coniferas o los álamos producen en la primavera, cuando las flores masculinas se abren, lo que se llama "lluvia de azufre".
Más frecuentemente, son los insectos que liban (no solamente voladores) los que al visitar las flores en búsqueda de polen o del néctar azucarado, se encargan de transportar el polen de una flor a otra, o más simplemente del estambre al estigma. En el agracejo, el paso de un insecto por la flor provoca una curvatura del estambre que se va a pegar al estigma. Hay muchos otros dispositivos: por ejemplo en el sauce los estambres son como un subibaja, cuando el insecto se introduce al interior de la flor, los estambres se pegan a su lomo rociándolo de polen; cuando visita otra flor, este polen se frota contra el estigma y la fecunda.
En la orquídeas, el polen está reunido en una masa viscosa, que se pega al insecto que visita la flor: el insecto irá a depositar el polen sobre el estigma de la flor que visitará en seguida. En los países tropicales, las aves, murciélagos e incluso pequeños roedores y monos que buscan el néctar de las flores, las fecundan aunque a veces también las destruyen. La naturaleza a menudo emplea dispositivos de emergencia. Si la fecundación no queda asegurada por el paso del insecto, queda a veces una última posibilidad que permite la autofecundación. En los conjuntos de flores amarillas por ejemplo, los estambres maduran antes que el estigma, pero si por casualidad éste no ha sido fecundado por un polen extraño, se dobla y llega a tocar al estambre que está debajo. Así puede recuperar en el último momento algunos granos de polen que no hayan sido llevados por el viento o los insectos.
Pero en general la naturaleza ha provisto toda clase de dispositivos para impedir que una flor sea fecundada por su propio polen. Así, durante la primavera, hay dos tipos de flores: con pequeños estambres y un gran estilo y con grandes estambres y estilo pequeño.
Los insectos que visitan estas flores recogen involuntariamente el polen, ya sea en la base de su trompa o en el extremo de ella; por consiguiente no podrán fecundar en sus peregrinaciones posteriores más que a flores de otro tipo. Este curioso dispositivo es una maravilla constante de la naturaleza: mantener la diversidad genética en el seno de una misma especie (conservando una resistencia y una facultad de adaptación intactas) favoreciendo las uniones externas entre las plantas.