Desde hace tiempo existen datos objetivos que demuestran el perjuicio que el hábito de fumar puede ocasionar en el desarrollo normal del futuro ser. En la segunda mitad del siglo XX se realizó un estudio en los EE.UU. entre cerca de 2 mil mujeres encintas cuyo estado de salud general era normal y cuyas condiciones higiénicas y alimenticias eran similares. Se dividió el grupo en cuatro categorías: Primer grupo, las mujeres que no fumaban; segundo grupo, las que fumaban 5 cigarrillos o menos todos los días; tercer grupo, las que consumían entre 6 y 20 cigarrillos y cuarto grupo, las que diariamente fumaban más de esta cantidad. Luego, se hizo un estudio del curso del embarazo y de las condiciones físicas de cada uno de los recién nacidos.
En cuanto al curso del embarazo se observó que en las mujeres correspondientes al grupo tercero y cuarto se produjo el aborto espontáneo con una frecuencia 20 por ciento mayor que en las del grupo primero y segundo, siendo mayor el número de abortos en las del grupo cuarto que en las del tercero. En cuanto a las condiciones físicas de los recién nacidos, su peso y talla estaban en proporción inversa al número de cigarrillos diarios fumados por su madre, es decir: los niños de las que consumían más de 20 cigarrillos diarios pesaban menos y eran más pequeños que los que nacieron de las mujeres del grupo tres y éstos a su vez eran menos desarrollados que los infantes pertenecientes a madres de los grupos dos y uno.
Los resultados de este estudio fueron concluyentes: fumar en exceso repercute en el normal curso del embarazo y en el desarrollo del futuro ser.