Los hombres conocen la marcha del tiempo por el movimiento aparente del Sol y de las estrellas. Al salir el Sol por el Oriente, comienzan a contarse las horas del día, las cuales finalizan al ponerse este astro por Occidente o Poniente. La mitad de este tiempo ha transcurrido cuando el Sol alcanza su máxima altura sobre el horizonte, entre las dos posiciones extremas indicadas. En el Hemisferio Septentrional, el Sol se encuentra al sur del observador, contrariamente a lo que sucede en el Hemisferio Austral, en que está al Norte. En la zona de los trópicos, unas épocas del año el Sol está al Norte y otras al Sur.
Desde las épocas más remotas, los hombres han determinado la hora observando, durante el día, el punto del cielo en el que se encuentra situado el Sol, y durante la noche, las posiciones de las estrellas. La invención de los relojes proporcionó una forma más sencilla de saber la hora, y las gentes, en general, olvidaron el hacerlo por la observación del Sol y de las estrellas; pero los relojes han de ser, a su vez, regulados, y por ello, es preciso, de todas maneras, determinar previamente la hora por métodos astronómicos.