El 1 de febrero de 1953, los diques que protegían el sudoeste de Holanda reventaron en cien puntos. Se inundaron más de 160.000 hectáreas y perecieron ahogadas 1800 personas.
La catástrofe no fue sino la realización de una vieja pesadilla: porque los Países Bajos se hallan, indudablemente, en las fauces del mar, y la amenaza de desastrosas inundaciones está siempre presente. País minúsculo, uno de los más densamente poblados del mundo, Holanda viene extendiendo su territorio desde el siglo XII mediante la construcción de un falso litoral hecho con diques; luego se saca el agua represada por medio de molinos de viento y bombas eléctricas. Hoy en día, la mitad del país, incluyendo sus dos ciudades más grandes, está por abajo del mar. En Amsterdam y en Rotterdam los altímetros marcan respectivamente —4 y 10 metros. Cosa insólita en puertos.
Las defensas de Holanda contra el Mar del Norte exigen cuidados constantes; en muchos sitios se están cambiando diques anticuados y maltrechos. Después de la inundación de 1953 el gobierno holandés emprendió un ambicioso proyecto de construcción, el Plan Delta, para evitar un nuevo desastre.
Como parte de este programa se construyeron unos 40 kilómetros de nuevos diques de concreto. Estas nuevas barreras forman un muro exterior que protege los antiguos diques, más vulnerables.
Uno de los planes de largo alcance propone bombear al interior del país 600.000 millones de metros cúbicos de tierra del Fondo del Mar del Norte. En esta forma, al elevar por sobre las olas el nivel de la hoy sumida nación, la amenaza del mar terminaría para siempre.