Agua: de Sucia a Potable


   Proporcionar agua a las comunidades modernas suele ser una tarea hercúlea. La familia media norteamericana gasta unos 2300 litros diarios, en su mayoría recirculada y toda ella potable. Poca gente sabe todos los procesos que debe pasar el agua para llegar al grifo. Es preciso destruir sus bacterias y quitarle los de­sechos, los contaminantes disueltos y los sedimentos. En cada recorrido debe pasar por normas de limpieza muy estrictas. La purificación del agua para hacerla potable, es decir, be­bible, es una costumbre antigua; un registro sánscrito que data del año 2000 a. C. aconseja tratarla "hirviéndola y luego sumer­giendo en ella siete veces un trozo de cobre caliente". Los ingenieros modernos le agregan cloro para matar las bacterias y algún sulfato doble para precipitar el sedimento y otras impu­rezas. Lo malo es que los nuevos problemas van un paso adelan­te de las técnicas de purificación. Sustancias no degradables provenientes de desechos industriales y agrícolas acaban for­mando concentraciones que suelen ser peligrosas. Ante la nece­sidad ineludible de combatir la contaminación en sus propias fuentes, ningún sistema de abastecimiento podrá transigir nunca cuando esté de por medio la calidad del agua que proporciona.