La mayor dificultad a la hora de tratar de imaginar quién pudo ser el autor de la Dama de Elche radica en que esta famosa escultura sigue siendo una obra de arte muy difícil de fechar. Desde que fue descubierta en 1897 en la loma de La Alcudia (asiento de la antigua llici, esto es la primitiva Elche), a las polémicas de quién sería la mujer representada en la escultura se sumaron las apasionadas controversias acerca de su origen y cronología. La Dama de Elche es una escultura de un busto femenino, en piedra caliza blanca que aún conserva restos de haber sido policroma. El rostro, de serena y enigmática belleza, está enmarcado en un sorprendente conjunto de adornos y aderezos. No puede tratarse de una mujer vulgar, sino de la representación de alguna diosa local o de una sacerdotisa. Está tocada con una alta diadema y una especie de peineta, y a ambos lados de su cara destacan dos grandes rodetes para cubrir las trenzas enrolladas y de los que cuelgan adornos en forma de anforillas. Cubren su pecho tres hileras de collares. En su espalda presenta un agujero que quizá estuviera destinado a ser recipiente cinerario del misterioso personaje. En un principio, por su relativa semejanza con otras obras fenicias, se dio a la Dama de Elche una cronología alta, como del siglo VI antes de Cristo, pero posteriormente la fecha ha sido siendo rebajada por los peritos, al existir puntos de referencia con hallazgos propios del arte preromano, hasta llegar a datarla del siglo III antes de Cristo. En cualquier caso, nadie discute la categoría de escultura más famosa de todo el arte ibérico a la Dama de Elche. Su autor fue un inspirado escultor indígena que utilizó piedra caliza del país y luego coloreó la imagen con varios tonos, de los que sólo quedan restos en la boca y los collares. Por supuesto, no sabemos quién pudo ser este artista, ni qué devoción por la figura divina o humana, que tan espléndidamente logró representar, le llevó a hacerla, ni si hizo otras de igual calidad. Sólo la mirada enigmática de la imagen parece poseer el secreto. La escultura se conserva hoy en el Museo del Prado de Madrid, tras haber estado desde su hallazgo hasta 1941 en el Louvre de París.