Uno de los personajes más atractivos de la historia de Inglaterra es sin duda el legendario rey Arturo, del cual hemos llegado a saber vida y milagros a pesar de que seguramente no existió jamás. Todas las leyendas referentes a este rey ejemplar están probablemente basadas en la vida de un individuo real, un guerrero, que a principios del siglo VI dirigió a los ejércitos británicos que se consideraban poseedores de la ciudadanía romana, contra los invasores anglosajones capitaneados por un tal Medraut. Ambos líderes murieron en la batalla de Camlann.
La versión más conocida de la vida de Arturo es la que nos cuenta Sir Thomas Malory. Según él, Arturo, hijo de Uther Pendragon, es proclamado rey de Inglaterra cuando logra sacar de un bloque de granito la espada Excalibur, cuya inscripción adjudicaba la corona a quien lograra tal proeza. Los más esforzados caballeros de Inglaterra habían fracasado en el intento y algunos de ellos se negaron a reconocer al nuevo rey, dando lugar a una guerra civil. Arturo se alzó con el triunfo, pacificó el reino e instaló su corte en Camelot. Acto seguido contrajo matrimonio con la bella Ginebra o Ginevere y con ella y su viejo amigo y consejero, el mago Merlín, Arturo vivió feliz en su corte, preocupado únicamente por el bienestar de sus súbditos. Con el fin de asegurar la paz y la justicia, concibió entonces la ¡dea de llamar a los más valerosos caballeros de la cristiandad para formar una alianza por la que todos juntos se comprometieran a proteger a los débiles y defender la religión. A su llamada acudieron, entre otros, Tristan, Lancelot del Lago, Parsifal, Bors y Galadriel; éstos protagonizaron luego las leyendas relativas a la búsqueda del Santo Grial (la copa que Jesucristo utilizó en la Ultima Cena). Las reuniones de todos estos personajes se celebraban en torno a una mesa redonda, por lo que se les conoce con el nombre de Caballeros de la Tabla Redonda. Respecto a esta Tabla también hay dos versiones: una dice que fue un regalo a Arturo y que se mandó construir a semejanza de la mesa en que se celebró la Ultima Cena. Otra versión es que Arturo la mandó construir precisamente redonda para que no hubiera problemas de protocolo, ya que siendo todos los caballeros de la misma categoría no podían sentarse unos en el centro y otros en las esquinas, detalle éste que en aquella época era muy importante. La nueva cofradía funcionó muy bien al principio, pero como suele suceder, surgió un traidor en la persona de Mordred, sobrino de Arturo, que ambicionaba el trono y esperaba su oportunidad para usurparlo. La ocasión se presentó cuando Lancelot se enamoró de la reina Ginebra y, desgraciadamente, ella le correspondió. Al enterarse Arturo se vio obligado por sus propias leyes a condenar a su esposa a la hoguera. Sin embargo, Lancelot llegó a tiempo para salvarla y ambos huyeron a Francia perseguidos por el rey Arturo.
Mordred aprovechó esta ausencia del rey para anunciar al pueblo que Arturo había muerto y colocarse en su lugar. Después de vencer a Lancelot, Arturo volvió a Inglaterra, donde se enfrentó al traidor en la sangrienta batalla de Calmann. Ambos ejércitos perecieron y la Tabla Redonda desapareció para siempre.