La turba es una masa parda obscura que tiene por origen las transformaciones que sufren los vegetales en los lugares húmedos o pantanosos por la acción de bacterias que producen una especie de fermentación. Toda clase de plantas, desde las más pequeñas y minúsculas hasta las hojas de los árboles más corpulentos, sufren este proceso de transformación y originan la turba: son los musgos del género Sphagnum o esfagnos los que dan origen a la mayor parte de ella. Los sitios donde se forma son las turberas, turbales, tollas, atolladeros, paules o paulares, que se encuentran, sobre todo, en lugares, altos, la mayoría, en el Hemisferio Norte, donde abundan los pantanos, ya que se necesita una temperatura más bien baja para que se desarrollen las bacterias que la originan; se encuentran en los países que en otro tiempo estuvieron invadidos por los glaciares; las depresiones formadas por éstos, de difícil drenaje, dieron nacimiento a los pantanos; los depósitos de turba crecen anualmente de 4 a 8 centímetros de espesor. Este crecimiento se debe a las plantas que se desarrollan en la turbera y que constituyen lo que se llama la turbera viva, la cual se transforma inferiormente y da lugar a la turbera muerta.
La acción de las bacterias transforma los tejidos vegetales en una masa que, por el efecto de la presión de las capas superiores, se convierte en la materia parda y esponjosa que constituye la turba; si está muy profunda y bajo la presión de los sedimentos, y se halla al abrigo del aire, las oxidaciones no son posibles, lo cual da por resultado una serie de reacciones químicas peculiares, las cuales determinan que se transforme, después de millones de años, en un tipo de carbón más consolidado y compacto.
Las turbas conservan muy bien los materiales vegetales o animales que quedan enterrados en ella; las hojas, a veces, quedan tan bien conservadas, que fácilmente los botánicos, al estudiarlas, pueden determinar la especie de vegetal a que pertenecieron; se han encontrado restos de animales que durante siglos han estado enterrados en ellas en un estado perfecto de conservación, y también restos humanos. Igualmente, se han encontrado restos de la industria lítica o prehistórica del neolítico, principalmente hachas, cuchillos, armas, puntas de lanza, flechas, etcétera. El microscopio revela que en ellas han quedado perfectamente conservados los granos de polen de las plantas que han crecido en sus proximidades; por ello, se puede determinar, por procedimientos difíciles de describir brevemente, la edad que ha alcanzado la turbera y el tiempo que ha tardado en depositarse.
La turba se corta en bloque cuadrado y se pone a secar al sol; arde lentamente, produce un humo denso negro y deja mucha ceniza; comprimida, se utiliza en forma de briquetas o panes, que sirven muy bien como combustible, hasta el extremo de que suplen al carbón donde éste es escaso; se puede usar como materia prima para hacer papel; y aunque no con frecuencia, se utiliza también como abono y para piso de establos.