Albio Tibulo (60-19 ó 18 a. de C.). El delicado y joven poeta elegiaco latino del amor, amigo de Horacio y de Virgilio, nació en Roma y tuvo que dejar las delicias y comodidades de la ciudad más de una vez para acompañar a su amigo y protector, Mesala Corvino, quien fue a pacificar las Galias alrededor del año 31 y se llevó al poeta en su comitiva, como también se lo llevó al ser nombrado procónsul en Oriente; el poeta sólo pudo acompañarlo hasta Corcira, donde hubo de quedar enfermo de gravedad.
Las dulzuras de la vida del campo, el amor de Delia (que según Apuleyo, es Plania) y de Némesis, la lealtad a sus amigos y la sinceridad son las características esenciales de las elegías de Tibulo (Tibullus), escrito y pronunciado Tíbulo equivocadamente por muchos alumnos y maestros (la primera u, situada ante dos consonantes, es larga por posición, y en latín, los vocablos que tienen larga la penúltima sílaba son graves o llanos; debemos decir, pues, Catulo y Tibulo; de ningún modo Cátulo y Tíbulo, como algunos dicen todavía).
El Corpus Tibullianum está integrado por cuatro libros de versos; todas las composiciones son elegías, menos la primera del libro IV, que es un Panegírico de Mesala, muy inferior en todos los aspectos al resto de las composiciones, debido sin duda a la pluma de otro poeta del círculo literario del protector; tampoco parecen de Tibulo las elegías a Nerea de un tal Ligdamo, contenidas en el libro III; algunos han creído que se trata de un seudónimo del gran elegiaco, pues los versos, aunque de tono menor, son dignos de él, pero otros opinan que se trata de Ovidio Joven. En el libro IV, hay algunos poemas atribuidos a Sulpicia, hija de Servio Sulpieio Rufo, deliciosas joyas elegiacas.
Veamos el tono de algunos versos de Tibulo, hábilmente vertidos al castellano:
...Mas yo cautivo en tus hermosos ojos,
oh Delia, estoy, y ante tu puerta dura,
alegre me consumo en vida oscura
por sólo un beso de tus labios rojos...