Una vez, durante su estadía en la isla de Santa Margarita, el prisionero escribió algo, probablemente desesperado, en un plato de plata con un tenedor de hierro. Lo tiró por la ventana y fue a caer en la playa, donde lo recogió un pescador. Cuando el pescador lo llevó a la prisión, Saint-Mars le preguntó si sabía leer. «No»; replicó el pescador, y Saint-Mars dijo: «Es una suerte para ti, porque habría sido necesario matarte si hubieras sabido.»
En 1698, Saint-Mars llevó al prisionero a la Bastilla. En el viaje, según la tradición, Saint-Mars paró en el castillo de Palteau, cerca de Villeneuve, y comió su cena con dos pistolas al lado de su plato, frente al prisionero enmascarado. (Este relato hace referencia por primera vez a la máscara, que no era de hierro como dice la leyenda, sino de terciopelo negro armada con huesos de ballena.) En 1703, el prisionero murió. En su libro, el teniente del rey en la Bastilla, Etienne du Jonca, escribió: «En el mismo día 19 de noviembre de 1703, el desconocido prisionero, siempre cubierto con una máscara de terciopelo negro, a quien M. de Saint-Mars, el gobernador, trajo con él cuando volvió de la isla de Santa Margarita, donde había estado por largo tiempo, tuvo un pequeño malestar ayer al regresar de misa, murió hoy, alrededor de las 10 de la noche, sin haber tenido una enfermedad seria... Y este prisionero desconocido, que estuvo aquí tanto tiempo, ha sido enterrado el martes a las 4 de la tarde, el 20 de noviembre en el cementerio de San Pablo, nuestra parroquia...» En el registro de la iglesia, se asentó que el nombre del prisionero era Marchioly. (El nombre era, probablemente, una falsa clave.) ¿Quién fue el prisionero enmascarado? El rey no lo dijo, tampoco sus asesores, y ellos eran los únicos que lo sabían. M. de Chamillart, uno de estos asesores, a quien se le pidió que desvelara el secreto en su lecho de muerte, se rehusó.
Luis XV, que también lo sabía, dijo: «Si estuviera vivo todavía, yo le hubiera dado su libertad.» Más tarde, Luis diría: «Nadie ha dicho la verdad y todas las conjeturas son falsas.»
Posibles soluciones: La amante del ministro anterior dijo que el prisionero era un hijo ilegítimo de Ana de Austria, esposa de Luis XIII, y el Duque de Buckingham, inglés. Y según ella, había sido encarcelado por ser muy parecido a Luis XIV.
Hubo otros rumores que sostenían que el prisionero tenía sangre real. Andrew Lang, místico del siglo XIX, dijo que el prisionero era el hijo natural mayor del rey Carlos II de Inglaterra, un bribón y gran mentiroso que había despertado las iras del rey de Francia. Se rumoreó, también, que el prisionero era realmente Luis XIV, mantenido en prisión en tanto su ilegítimo medio-hermano ocupaba el trono. Mientras estaba en prisión los rumores continuaron, se casó y tuvo un hijo, que fue llevado a Córcega y se le dio el nombre de buona parte («de buena familia») y fue el abuelo de Napoleón. Hasta 1869, la teoría más factible era la que el hombre de la máscara de hierro era un enviado del Duque de Mantua, un tal Mattioli, quien había traicionado al rey de Francia. Esto fue desmentido por una carta escrita por Saint-Mars en 1681; en la que explicaba que Mattioli había estado fuera de su custodia durante 13 años. Las evidencias en papeles de estado desenterrados después de la Revolución Francesa y otras fuentes ahora nos dicen que el hombre era, probablemente, un valet (secretario confidencial) llamado Eustache Dauger, cuyo padre había sido capitán de los mosqueteros del Cardenal Richelieu y era probablemente conocido en la corte. Eustache era la oveja negra de la familia, había sido dado de baja en el ejército de forma deshonrosa, desheredado por su madre por razones desconocidas y acusado de asesinato de un paje borracho en las escaleras del Palacio Real.
¿Por qué fue hecho prisionero, entonces, si es que realmente era el hombre de la máscara de «hierro»? Los rumores sugieren que debió haber sido ilegítimo de alguien de la realeza, o que fue usado por el rey como su doble en una misión secreta o que representó al rey. Pero nadie lo sabe con certeza y probablemente nunca se sabrá.