Todas las plantas, al igual que todos los animales, están formadas por unidades o partes diminutas llamadas células. Cada célula tiene delgadas paredes que rodean una substancia viva y gelatinosa y algo de savia líquida. Algunas de las células tienen también pequeñas manchas de una substancia colorante verde llamada clorofila.
La planta más sencilla es de una célula grande. Fabrica alimento del agua y del bióxido de carbono que le llegan directamente a través de sus paredes.
Otra planta más complicada, como la margarita, tiene muchas células de diferentes clases. El trabajo de la planta está dividido entre esas células, que forman raíces, tallos, hojas, flores y semillas. Para una planta de esa clase no es tan sencillo obtener materias primas como lo es para una planta de una célula.
Las hojas están muy bien adaptadas a la labor que desempeñan. Observemos una planta casera que haya estado en la misma posición, en una ventana asoleada, durante una semana poco más o menos. Sus tallos habrán extendido las hojas de cara al Sol, para que cada una de ellas reciba tanto Sol como sea posible. Volteemos la planta, para que las hojas vean en dirección contraria a la luz. Al cabo de unos cuantos días observaremos que los tallos están girando para que las hojas vean hacia el Sol.
Notemos lo delgadas que son las hojas. Son muy delgadas para que la luz del Sol llegue al mayor número de sus células. Si las hojas fuesen tan gruesas como las ramas, la luz del Sol llegaría únicamente a sus capas superiores. Las células interiores no servirían como laboratorios de alimento. Veamos ahora la capa encerada que tienen muchas hojas, especialmente del lado que mira hacia el Sol. Esa capa es impermeable pero es impermeable para conservar la humedad dentro de la hoja. Si la hoja perdiera mucha humedad, se secaría. Al mismo tiempo, esa capa encerada es transparente, para que la luz del Sol pueda penetrarla.
Las líneas que se ven en las hojas son sus venas. Le dan cuerpo a la hoja y son parte del sistema que emplea en la producción de alimento. La hoja no podría producir su alimento sin las materias primas necesarias: el bióxido de carbono y el agua.