Todo es cuestión de los fosfolípidos, dice John Moore, director del Instituto de Educación Química de la Universidad de Wisconsin-Madison.
Al ser estudiados se llegó a la conclusión de que estos materiales grasos afectan a los receptores que perciben el sabor amargo en nuestra boca. Los detergentes en la pasta de dientes, incluyendo el laurilsulfato de sodio, rompen los fosfolípidos que se encuentran normalmente en la lengua, dice Moore. A pesar de que estos detergentes ayudan con la limpieza, la verdad es que el efecto mecánico del cepillado es el responsable de gran parte de la limpieza final.
Eliminar los fosfolípidos cambia la manera en que los sabores actúan en la boca. "Al parecer, algunos fosfolípidos inhiben los receptores del sabor amargo", dice Moore. "Si usted los quita, las cosas que son algo amargas ahora tienden a ser todavía más amargas."
Después de una búsqueda de literatura científica, Moore encontró que aún queda mucho por aprender con respecto a estas cuestiones del gusto. Sin embargo, sospecha que el sabor dulce de una toronja (pomelo) normalmente bloquea el sabor amargo, pero en ausencia de los fosfolípidos, los receptores del sabor amargo se ven desbordados, causando el clásico sabor desagradable en la boca al comer la fruta.
Moore sugiere un experimento. Cepíllese ligeramente los dientes con bicarbonato de sodio. Coma pomelo. Deje pasar un poco de tiempo. Entonces cepíllese con una pasta de dientes estándar. Coma de nuevo el pomelo.
¿Nota la diferencia?. Bastante desagradable ¿verdad?