Un problema conocido de las cadenas de montaje es que los trabajadores se aburren repitiendo una y otra vez repitiendo el mismo gesto, y un operario cansado puede cometer errores. Se encontró una solución en 1961, al instalar por primera vez un robot industrial en una fábrica de automóviles, en Estados Unidos.
Programado por computadora, el robot asumió el trabajo de descargar y apilar piezas de metal calientes.
Estos primeros robots eran brazos mecánicos con sensores que les permitían repetir exactamente los mismos movimientos una y otra vez sin peligro de que se cansaran o cometieran errores.