En 1748 William Cullen demostró que las bajas temperaturas podrían ser obtenidas por la evaporación del éter. Pero él no consideró usar su descubrimiento para construir una nevera o algo parecido.
Oliver Evans, un inventor estadounidense, propuso una máquina de refrigeración en 1805 que utilizaría éter comprimido, pero nunca desarrolló la idea.
Jacob Perkins fue la primera persona en construir una máquina que realmente enfriaba las cosas. Patentó su invento en 1834.
A mediados del siglo XIX los primeros frigoríficos comerciales se utilizaron en la elaboración de cerveza y en las industrias empacadoras de carne de Australia y los Estados Unidos. Posteriormente, mejoras en el diseño llevaron que los primeros refrigeradores domésticos se pusieran a la venta en 1913.
Hasta 1929 los frigoríficos utilizaban gases tóxicos de amoníaco, cloruro de metilo y dióxido de azufre, lo que causó varias muertes. Con el tiempo estos gases se sustituyeron con el freón, un compuesto inventado por dos científicos llamados Charles Franklin y Thomas Medgeley, Jr, y fabricados por Du Pont. Era un gas mucho más seguro, pero años después la gente se dio cuenta de que los clorofluorocarbonos en el freón estaban destruyendo la capa de ozono.
Los refrigeradores modernos usan un refrigerante llamado HFC-134a 1,2,2,2-tetrafluoretano) el cual no daña la atmósfera.