Los científicos introducen genes nuevos en las células de la planta con una pistola especial. Después, las células se colocan en un líquido que las ayuda a convertirse en plantas. También inoculan genes en bacterias que infectan las células de la planta y modifican sus genes. Así se inoculó el gen resistente a la congelación de un pez en un tomate. El resultado fue un tomate al que no afectaba el frío.
Algunos detractores de los productos transgénicos temen que la modificación genética sea perjudicial para la salud. Dicen que los científicos no comprenden bien el funcionamiento de los genes y que alterarlos puede producir alimentos nocivos o causar alergias. Los partidarios de la modificación genética aseguran que nadie ha enfermado por comer estos alimentos y que son necesarios para producir suficiente comida para todo el mundo.