En el año 46 a. C. el gobernante romano Julio César puso en vigor un nuevo calendario que llegó a ser conocido como calendario juliano. Los romanos pensaban que el año tenía 365,5 días de largo, así que hicieron un año ordinario de 365 días y agregaron un día extra cada cuatro años, o año bisiesto.
Pero en el año 730 d. C. se supo que el año tenía en realidad 11 minutos menos de lo que los romanos del tiempo de Julio César pensaban que tenía. Este error hizo que el calendario se desfasara 11 minutos cada año, o un día completo cada 128 años. En 1582, el calendario llegó a estar diez días fuera de línea con las estaciones.
Así que en ese año, el papa Gregorio XIII ordenó que un nuevo calendario se pusiera en vigor, al que actualmente llamamos calendario gregoriano. Para mantener el calendario en línea con las estaciones, se decidió que el primer año de cada siglo será un año bisiesto sólo cuando ese año se pueda dividir por 400. Por lo tanto, 1200 y 1600 fueron años bisiestos, pero 1800 y 1900 no lo fueron. Este cambio eliminó el error de 11 minutos por año en el calendario.
Para adaptar el calendario inmediatamente a un nivel compatible con las estaciones, Gregorio ordenó que diez días se eliminaran a partir del año 1582. La gente que fue a la cama en la noche del 5 de octubre de ese año ¡se despertó el 15 de octubre!
Algunas ramas de las iglesias ortodoxas orientales todavía siguen el antiguo calendario juliano, que se encuentra ahora ¡13 días desfasado del calendario gregoriano!