Se cree que los habitantes de Japón han consumido carne de ballenas desde hace unos 12 mil años, sin embargo, durante la II Guerra Mundial sus actividades balleneras se vieron suspendidas.
Para el final de la guerra la sociedad japonesa se hallaba cansada y desnutrida, por lo que las autoridades de ocupación estadounidenses permitieron el reinició de las actividades balleneras al punto que, hacia 1947, casi la mitad de las proteínas animales consumidas en Japón provenían de la carne de ballena, tendencia que se mantuvo hasta los 60, cuando se restringió por la redución de la población mundial de ballenas y la creciente presión de grupos ecologistas.