Nadie puede controlar una avalancha, pero la gente en algunas áreas están tratando de hacerlas menos peligrosos.
Cuando la nieve se acumula en las laderas de las montañas donde se sabe que los aludes son recurrentes, tratamos de hacer que las avalanchas caigan antes de que se acumule demasiada nieve. La idea es que es mejor tener tres o cuatro pequeñas avalanchas en vez de una grande y destructiva.
Se inician estos pequeños deslizamientos con explosivos. A veces son esquiadores los que colocan cargas de dinamita. A veces se utilizan granadas de mano. La ciudad de Alta, Utah, usa un cañón de 75 mm para hacer el trabajo.
Este cañón de la Segunda Guerra Mundial puede provocar la caída de una gran cantidad de nieve con sus cargas explosivas. La idea de utilizar cañones para provocar avalanchas no es nueva. Durante la Primera Guerra Mundial, miles de soldados fueron muertos por los cañones disparados no contra ellos, sino a los acantilados sobre sus cabezas.
El rugido de los cañones y la explosión de los cartuchos causaban avalanchas de las que estos hombres desafortunados no pudieron escapar.