Cuando alguien nos toca ligeramente en determinada parte del cuerpo, las células nerviosas dentro de la piel responden a ese toque y envían un mensaje al cerebro. Nuestro cerebro puede recibir el mensaje de dos maneras diferentes. Si recibe el "mensaje de cosquillas" y decide que el cosquilleo se debe rascar, nos enviará un mensaje para que nos rasquemos el área tocada.
Si nuestro cerebro decide que el "mensaje de cosquillas" es algo agradable, automáticamente enviara un mensaje para reirnos. Sin embargo, si el mensaje que le llega lo interpreta simplemente como un toque ligero que no nos causa molestia o placer, no responderá, lo que significa que no son cosquillas.
Aunque las células nerviosas que envían estos mensajes se encuentran en todo nuestro cuerpo, no están dispersas de manera uniforme, sino más bien dispuestas en racimos. Es en estas áreas en que se agrupan que un toque se dejará sentir más. Por lo tanto, si somos más "cosquillosos" en la parte inferior de los pies o en las axilas, es porque esas son las zonas donde se concentran más células nerviosas.