Cuando estamos respirando normalmente, el diafragma, el cual es un poderoso músculo en el pecho, se tensa y se relaja tanto para aspirar el aire hacia los pulmones como para empujarlo hacia fuera. Sin embargo, cuando se irritan los órganos cerca del diafragma, hacen que éste se contraiga de repente en una especie de espasmo cada vez que tomamos una bocanada de aire.
Al mismo tiempo, el paso de aire a los pulmones se cierra mediante un tejido llamado epiglotis. Así, cuando el aire golpea este pasaje cerrado, se siente un "bulto" y luego viene el hipo.
El hipo se produce de 2 a 3 veces por minuto y en casos extremos de 2 a 3 veces por segundo. En la mayor parte de los casos el hipo desaparece si respiramos profundamente o contenemos la respiración o respiramos dentro de una bolsa de papel. Pero ahuyentar el hipo con un susto es sólo una creencia.
Un hombre que empezó a tener hipo en 1922 ¡no se lo pudo quitar el resto de su vida!