Aunque no estemos conscientes de ello, hay lágrimas en nuestros ojos todo el tiempo, incluso cuando no estamos llorando. Estas lágrimas lavan y lubrican los ojos constantemente, bañándolos en un líquido salino que fluye de la glándula lagrimal.
Normalmente, esta cantidad de líquido es tan pequeña que entra hacia dos pequeños tubos, los conductos lagrimales, en el ángulo interior de los ojos, y desde allí, a la nariz. Sin embargo, si uno se lesiona o nos molesta algo, las glándulas lagrimales producen una mayor cantidad de líquido salino el cual no es posible que fluya de nuevo a los conductos lagrimales, por lo que el exceso de lágrimas se derraman de nuestros ojos hacia las mejillas.
Sólo los seres humanos lloran, nunca lo hacen los animales. Si bien los animales tienen lágrimas, ¡éstas sólo se utilizan para lubricar sus ojos!