Cuando un globo es llevado por el viento hacia las nubes, parece como si se irá volando para siempre. Pero no es así.
A pesar de que la apertura del globo pudo haber sido bien atada, el gas que con que está lleno aquel y que lo elevó al cielo, al cabo empieza a salirse poco a poco, a través de la misma goma del globo. Por último, el globo ya desinflado cae al suelo.