El viento tiene un enorme potencial para generar electricidad. Se estima que en Europa hay suficientes sitios para instalar unos 400 000 generadores, accionados por el viento, que bastarían para producir tres veces más energía eléctrica que la requerida hoy en todos los países de ese continente.
Los modernos generadores de este tipo difieren de los antiguos molinos de viento, pues consisten básicamente en hélices gigantescas de dos o tres aspas, llamadas rotores, montadas en lo alto de torres de acero o concreto. Los rotores hacen girar un eje que acciona un generador eléctrico.
El tamaño de las aspas y la altura de la torre determinan la cantidad de energía que puede generarse. Por lo general, el viento es más intenso a mayor altura, y la fuerza aprovechada depende de la superficie barrida de las aspas. Si se duplica el largo de éstas, la energía se cuadruplica. lo más importante es la velocidad del viento: si la fuerza de éste se duplica, produce ocho veces más energía, por ejemplo.
Sin embargo, los generadores de viento no necesitan rachas violentas para poder funcionar. En su mayoría diseñadas para operar con vientos de fuerza 3 a fuerza 10 (21 a 97 km/h) en la escala Beaufort. Por encima de la fuerza 10 las máquinas se apagan automáticamente para así evitar que lleguen a volar en pedazos.
Por lo común estos generadores producen casi la misma energía continuamente. Se ha preferido diseñarlos para que produzcan una cantidad estable de electricidad, más que para aprovechar las ráfagas ocasionales.
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