A lo largo del día observamos que nuestro Astro Rey cambia de tonalidades: amarillo al alba, blanco al mediodía y rojo al atardecer. ¿Por qué?
Esto sucede cuando la luz del Sol penetra la atmósfera, el color azul tiende a ser disipado, no así el rojo y el amarillo, por lo que vemos a nuestra estrella con esas tonalidades: del amarillo característico al amanecer, al rojo fuerte en las puestas de la tarde.
El color de una estrella, por otra parte, depende de su edad y tamaño: hay gigantes rojas o enanas blancas, por ejemplo nuestro Sol, en realidad es blanco. Además, la vista humana no es capaz de distinguir colores en la oscuridad, por esta razón vemos todas las estrellas de color blanco en la noche, a excepción de Betelgeuse en la constelación de Orión y Antares en Escorpión, que debido a que se hallan en el final de su vida, lucen indistinguiblemente rojas si las comparamos a otras estrellas. Si el Sol fuera una de esas estrellas lejanas, lo veríamos como un astro blanco y no amarillo.
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