Mientras hacían excavaciones en la meseta de Araripe en Brasil, Kellner y Campos descubrieron el cráneo bien conservado de un pterosaurio desconocido, el Thalassodromeus sethi de 110 millones de años.
El interior de la cresta craneana está llena de ranuras que parecen vasos sanguíneos; una red así hubiera sido efectiva para transferir el calor del cuerpo al ambiente.
La enorme cresta, que se extiende desde la punta del pico hasta casi la nuca, el pico en forma de tijeras, y la envergadura alar de 4,60 metros del T, sethi evocan la imagen de un demonio volador, y de ahí el nombre Sethi, por el dios egipcio de caos y violencia.
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