La Celestina de Fernando de Rojas

   Calisto era uno de los muchos jóvenes nobles que practicaban deportes, iban de caza, leían o escuchaban los relatos de sus profesores, al alborear la Edad Moderna. Muchos de estos jóvenes se casaban con quien sus padres determinaban, cuando el hijo aún era pequeño o acababa de nacer.

   Un día, Calisto iba persiguiendo un halcón cuando este se introdujo en un jardín. Calisto subió la tapia y vio a una joven maravillosa de la que se enamoró en seguida. Esta joven -Melibea se llamaba- rechazó las palabras amorosas del joven enamorado. Calisto se fue a su casa desesperado y hablo de sus cuitas con su criado Sempronio. El criado le dijo que había una mujer muy ducha en cuestiones de amor, y que por dinero estaba dispuesta a hacer lo que fuera. Fue, pues, Calisto a entrevistarse con Celestina, dándole una cadena de oro, y esta, ni corta ni perezosa, puso manos a la obra con tan buen arte que al poco tiempo de hablar con Melibea, esta no veía ya con los ojos con que vio al principio a Calisto. Es más: se enamoró tan rendidamente de él que, pese a ser una tímida doncella, accedió a tener una entrevista secreta con él. Así, los dos jóvenes pudieron amarse en secreto, gracias a Celestina.

   Mientras tanto, el criado de Calisto, Sempronio, fue con un compañero suyo a reclamar a Celestina su parte en la cadena de oro que el amo le había dado. Celestina se negó a darles su parte con muchos argumentos, pero Sempronio se fue poniendo furioso y la mató de una estocada. Ambos criados huyeron despavoridos por lo que habían hecho, pero la justicia los persiguió, los prendió y los ajustició.

   Calisto y Melibea seguían viéndose. Pero una noche en que Calisto estaba en el jardín de Melibea, oyose un ruido y el joven salto asustado la tapia, con tan mala suerte que resbalo y se mató. Melibea, al ver tan terrible desgracia, subióse a una torre de su casa, y como viera a su padre, creció aún más su angustia, y se arrojó desde lo alto, muriendo igualmente.

   Este es el argumento de una obra de teatro llamada Tragicomedia de Calisto y Melibea y conocida posteriormente con el nombre de La Celestina, pues aunque puede parecer que los protagonistas son los jóvenes enamorados, el verdadero protagonista es esa mujer astuta, que ha vivido mucho, que no se asombra ante nada ni hay nada nuevo para ella; esa vieja que conoce a los hombres y a las mujeres y que está dispuesta a oficiar de intermediaria en lo que sea.

   Esta comedia es una obra de gran valor literario, por la autenticidad de los personajes (uno de los cuales, la Celestina, ha quedado como apelativo), porque es la primera vez, en esa época, que se resuelven las situaciones sin la intervención de una providencial salvación, por la fuerza trágica de la acción y de los personajes, sometidos a un destino del que no pueden escapar.

   El primer acto de La Celestina es de autor anónimo; los restantes son de Fernando de Rojas. La primera edición de la obra apareció en 1499.

   Fernando de Rojas nació en Puebla de Montalbán. Compuso quince actos de los dieciséis de que consta La Celestina. Murio en 1541.