HIERBAS QUE COMBATEN LA FATIGA

   Las hierbas fueron las medicinas de los hombres primitivos, que las usaban para curar sus males y, a veces, para matar a sus enemigos. En muchas cavernas habitadas por hombres de la antigüedad se han hallado flechas cuyas puntas tenían vestigios de venenos vegetales.

   Desde hace siglos, los indígenas de muchas regiones ingieren o mastican hierbas, o partes de plantas, que tienen el poder de calmar el hambre o vencer el cansancio. Efectivamente: estas hierbas contienen cafeína o cocaína, alcaloides capaces de provocar dichos efectos en el organismo humano. Los abisinios, por ejemplo, acostumbran masticar los frutos del café; los peruanos y bolivianos mastican hojas de coca; los japoneses utilizan te; los habitantes del África ecuatorial se sirven de la nuez de cola.

   Los hombres primitivos, y aun hoy algunas tribus salvajes, acostumbran acompañar la cosecha y consumo de hierbas medicinales con ritos mágicos. Ciertas tribus aborígenes de América del Norte suelen realizar el siguiente ritual: excavan un agujero cerca de la planta que desean recoger, y en el colocan tabaco, como una ofrenda votiva al espíritu de la planta; luego, el recolector enciende su pipa y fuma, orando a los espíritus.

   Pero el indígena no toma la primera planta que encuentra, sino que la deja donde esta con el tabaco votivo, y busca otra igual que recoge. Los hindúes utilizan la corteza del abedul, triturada y macerada, para combatir el reumatismo. Quizás piensen que así se apoderan de la flexibilidad de la planta y la introducen en su cuerpo.

   La verdad es que la corteza del abedul contiene salicina, glucósido que entra en la composición de las modernas aspirinas, y que posee el poder de aliviar los dolores.