¿Quién dio un paso de gigante en el estudio de la anatomía?

   La gran figura médica del Renaci­miento capaz de asestar un golpe definitivo a la hasta entonces indis-cutida autoridad de Galeno fue el médico flamenco Andreas Vesalius, más conocido por Vesalio, nacido en Bruselas en 1514 y profesor de Anatomía en la Universidad de Padua. Vesalio basó sus investigacio­nes en la disección de cadáveres y, además, tuvo la humildad, notable para un médico de aquella época, de abandonar la práctica de ir seña­lando con un puntero las partes del cuerpo humano que un barbero iba disecando, mientras el profesor leía con voz campanuda los libros latinos en los que Galeno había intentado describir la anatomía del hombre. Vesalio se arremangó la toga doctoral y se puso al trabajo con sus propias manos; así descubrió y luego explicó que el cuerpo humano no tenía la apófisis vertebral hacia fuera, como decía Galeno, que no había poros entre los tabiques del corazón y que no existía ningún hígado circulatorio de cinco lóbulos. Dio asimismo una descripción exacta del sistema ve­noso de la oreja externa e interna y describió igualmente los cuerpos amarillos del ovario. Y como resulta­do de sus experiencias publicó el famo­so tratado De humani corporís fabri­ca, el primer compendio completo sobre anatomía humana, que desató un verdadero vendaval de polémicas. La obra iba espléndidamente ilus­trada y es el glorioso antepasado de los modernos tratados de anatomía. La medicina de la época se levantó unánime contra él en defensa de los postulados galénicos, defendidos también como dogmas por la Iglesia. De poco le sirvió a Vesalio afirmar que las teorías de Galeno se funda­ban en el estudio de animales y que nada tenían que ver con el cuerpo humano. Sus detractores llegaron a afirmar que si los descubrimientos anatómicos de Vesalio contradecían a Galeno, ello quería decir simple­mente que la raza humana había degenerado desde los tiempos del maestro de Pérgamo; un profesor de Vesalío en París dijo de él que era un loco insensato que envenena con sus quimeras el aire de Europa. Temeroso de que la Iglesia tomase cartas en el asunto, Vesalio abando­nó Padua y ejerció como médico en la corte de Carlos V durante quince años. Pero en el reinado de Felipe II la Inquisición española le acusó de haber practicado la disec­ción de cadáveres humanos (método mal visto por la Iglesia) en el curso de sus trabajos de anatomista en Italia y, según parece, le condenó a muerte; Vesalio logró que le con­mutasen la pena por un viaje de pere­grinación a Jerusalén. Durante el re­torno contrajo una grave enferme­dad, de la cual murió en Gante en el año 1564.