Los Fuertes (construcciones)

   Pocas cosas atraen tan vivamente la imaginación de los jóvenes como los fuertes y los castillos. Son símbolos per­manentes de la aventura. Nos llevan a los tiempos de los piratas, de las Cruzadas o de las luchas entre "pieles rojas y caras pálidas".
   Fueron siempre construcciones macizas, con altos muros de madera o de piedra, se­gún el caso, levantados en sitios estratégi­cos. En su interior, se "hacían fuertes" sus defensores contra los enemigos que tarde o temprano irían a atacarlos. Se suponía que eran lugares inexpugnables, es de­cir, que no podían ser conquistados. Gene­ralmente resistían bien el embate de las ar­mas usuales en su época. Pero las más de las veces los sitiadores vencían gracias a dos armas contra las que no hay defensa posible: el hambre o la falta de agua.
   Casi todos los pueblos, en casi todos los tiempos, han sido, desgraciadamente, guerreros. Por eso se encuentran restos de fortalezas, bastiones y murallas en todos los rincones del mundo.
   Todos hemos oído hablar de los famosos fuertes de los filibusteros en las islas y costas del mar Caribe, por ejemplo. La his­toria de la dominación española en Amé­rica tiene muchas páginas que tratan de fuertes, de piratas y de ciudades amura­lladas tan célebres como Campeche, en México, o Cartagena, en Colombia.