La Mitología Nórdica

   Existió gran variedad entre las religiones y mitologías nórdicas, ya que había muchas tri­bus con tradiciones diferentes, pero conoce­mos las básicas debido al celo de los escandi­navos quienes, una vez cristianizados, no qui­sieron olvidar su tesoro literario oral y lo asentaron por escrito. Una de las principales obras que sirve de fuente para el conocimien­to de la mitología nórdica es la Eda en prosa de Snorri Sturluson, autor islandés del siglo XIII. En su libro cuenta que los antiguos escandinavos pensaban que al principio de los tiempos había existido un abismo insondable, del cual surgió Niflheim, lugar brumoso que quedó al norte, mientras que en el sur se for­mó un lugar ígneo llamado Muspelsheim. El cálido viento del sur empezó a derretir los hie­los de Niflheim y del deshielo nació el gigan­te Imir, padre de los hombres. De las aguas del deshielo surgió una vaca que produjo a un ser llamado Buri quien, a su vez, tuvo un hi­jo, Bor, que casó con una hija de Imir y pro­creó con ella a tres dioses: Odín, Vili y Ve. Estos dioses mataron a Imir y de su cuerpo fa­bricaron la tierra, Miagará, en la que habían de vivir los hombres.

   Los dioses moraban en un lugar celeste, de­nominado Asgard, formado por inmensos salo­nes, en uno de los cuales, el Valhala, morada de Odín, vivían los que morían combatiendo. Los conducían a este sitio unas mujeres sobrenaturales, las Valquirias, que tenían el deber de seleccionar a los guerreros que habían de morir, llevarlos ante Odín y mantenerlos embria­gados. Existía otro lugar subterráneo, gober­nado por el dios Hel. Este averno, lo mismo que en la mitología griega, tenía un perro guar­dián, llamado Garm. Por otra parte, en los mon­tes habitaba una raza de enanos que se dedica­ban a la metalurgia; eran los nibelungos.


   Los tres mundos estaban comunicados por un fresno gigantesco, el Ygdrasil, de entre cuyas raíces brotaba el manantial Mimir, portador de toda la sabiduría del mundo. Al pie del árbol estaba el manantial del destino, Urd, y allí se reunían las tres parcas, llamadas nornas.

   Odín, dios supremo, era patrono de los via­jeros, los forasteros y los guerreros. Entre sus hijos ocupaba lugar preferente Thor, nacido de la tierra, Erda.

   Otro dios, Loki, combinaba, según las ver­siones, las funciones de dios del fuego con las más atrevidas tretas y triquiñuelas. Los escandinavos creían también en la existencia de varias diosas, como Fricka o Friga, protec­tora del matrimonio y Freía, diosa del amor y la juventud eterna.

   Los germanos creían que los dioses serían destruidos en un magno cataclismo, en el que llovería fuego y aparecerían terribles enemi­gos de los dioses, para aniquilarlos. Sin em­bargo, subsistiría una pareja humana y la tie­rra volvería a poblarse y habría dioses nuevos, como Vidar, el hijo más joven de Odín.