¿Cómo funciona un detector de radiaciones?

   El detector de radiaciones más sencillo es el célebre contador Geiger-Müller. Está constituido por un cilindro metálico en cuyo eje longitudinal se halla un filamento de platino o de tungsteno. El cilindro está cerrado por los dos extremos, a través de los cuales pasa el hilo. En el interior del tubo se ha hecho el vacío. Entre cilindro y tubo y filamento hay una diferencia de po­tencial muy próxima a la que provocaría una descarga. Tan pronto como una par­tícula ionizante atraviesa la pared del ci­lindro y penetra en el tubo, se produce una descarga. Ya sólo queda amplificarla y hacerla actuar sobre un teléfono o sobre un altavoz. Gracias a este aparato ha sido posible percibir el paso de toda partícula electrizada y de oír, literalmente hablando, la radiación de los cuerpos radiactivos... Un contador así indica, además de las par­tículas electrizadas (rayos alfa, rayos beta), los rayos X y los rayos gamma, los cuales, a pesar de no llevar una carga eléctrica positiva o negativa, tienen también la pro­piedad de electrizar (ionizar) los gases. Se puede registrar el número de partícu­las recibidas por medio de un numerador mecánico. Para ello se recurre a un de­multiplicador electrónico destinado a dividir, por 10 o por 100, por ejemplo, el número de golpes dados por el conta­dor cuando su número es demasiado ele­vado para ser registrado directamente por el contador mecánico. Este instrumento ha rendido, y rinde todavía, importantes servicios a la técnica.