¿Por qué se seleccionan las plantas?

   Cuando el hombre prehistórico pasó de la recolección a la agri­cultura, ya efectuaba una selección involuntaria entre las plan­tas.

   Con los cereales, por ejemplo, recogía más gustoso las espigas que estaban erguidas que las caídas. Cuando empezó a cultivar las plantas, se inclinó a guardar las semillas de las que producían más, o de aquellas cuyas partes comestibles eran las más de­sarrolladas. El problema es el mismo hoy en día. La selección consiste en aislar o crear variedades que presentan un cierto número de cualidades. Ésta puede ser una cuestión de sabor, color, precocidad, facilidad de manipulación o resistencia a las enfermedades.

   Se espera así que una manzana tenga un bello aspecto (el sabor, desgraciadamente, ha sido desatendido en estos tiempos); se necesitará también que pueda resistir la manipulación después de la recolección, el transporte y la distribución; en fin, se bus­carán variedades resistentes a las grandes enfermedades, pues su tratamiento aumenta el costo de producción. Con las plantas decorativas es, esencialmente, el aspecto estéti­co lo que se busca.

   Una planta que tenga flores, por ejemplo, se verá, además de su color y forma, su duración y porte; si presenta bien su flor; si no esta inclinada, disimulada por el follaje, etc.

   ¿Por qué aún hay que seleccionar? La primera razón, es que siempre se busca mejorar con el fin de obtener más; la segunda, es que ninguna variedad vegetal ha demostrado ser inmune al ataque de nuevos depredadores (los parásitos se adaptan a las plantas nuevas). Habrá entonces que cambiar regularmente las va­riedades utilizadas, para evitar la pululación de parásitos; final­mente, está el aspecto comercial: una nueva variedad en efecto es siempre más atractiva que una tradicional, ya sea frutal u or­namental.