El sudor excesivo

   Que la mujer generalmente suda más que el hombre es un hecho comprobado científicamente; por algo el número de glándulas sudoríparas que aquella posee es aproximadamente el doble de las que tiene el espécimen del sexo masculino, pero [esta peculiaridad no debe entris­tecer a las mujeres ya que —con todos sus inconvenientes— una sudoración más abundante conlleva una serie de beneficios. Efectivamente: el sudor ayuda a controlar la temperatura del cuerpo in­fluyendo en el bienestar que conduce a sentirse más fresco; el calor, la realización de actividades físicas y la fiebre excitan la pro­ducción del sudor, el cual, al eva­porarse sobre nuestra piel, la re­fresca, ventaja de la que no pue­den disfrutar aquellas personas que sudan poco, pues son las que más incómodas se sienten durante los meses de canícula. Otra venta­ja de la sudoración abundante es que con las gotas de sudor se escapa una parte de las substancias de desecho que nuestro organismo fabrica, cosa que es de gran ayuda para mantenerlo libre de venenos.

   En el desierto se han hecho pruebas para saber con certeza cuánto líquido puede perder el cuerpo humano por medio del sudor. No todo el mundo empieza a sudar con la misma rapidez ni tampoco pierde la misma canti­dad de sales y agua durante la perspiración. Igualmente cada per­sona es distinta en cuanto a la cantidad de sudor en las distintas partes del cuerpo. Un investiga­dor encontró que el sudor de las palmas de las manos y plantas de los pies es de 5 a 10 veces mayor que en otras partes del cuerpo. Las personas que no sudan fácilmente no deberían vivir en un país tropical.

   Los riñones y la piel se di­viden el trabajo de excretar el agua. Por esta razón la orina es de un color claro en invierno cuando casi no se suda y es más oscura cuando a través de la piel se sacan grandes cantidades de agua.

   Las glándulas sudoríparas no están repartidas en la piel de una, manera uniforme; son más abun­dantes en las axilas, pecho, tegu­mentos del bajo vientre y en las plantas de las manos y de los pies; por esto se explica que éstas sean las regiones que con más facilidad transpiran. El sudor en el mo­mento que se forma es absoluta­mente inodoro, pero al mezclarse con ciertos microbios que existen en la piel, se descompone y en­tonces adquiere su olor caracte­rístico, olor que se hace más apa­rente en aquellos lugares del cuer­po que están recubiertos de vello, pues allá se depositan —además de un mayor número de gérme­nes— las células muertas que se desprenden del tejido cutáneo.

   El calor, el ejercicio y la fiebre no son los únicos excitantes de los glándulas del sudor: el uso de ciertas bebidas estimulantes como el café o el alcohol y asi­mismo la angustia, la ansiedad y en general cualquier circunstancia que avive intensamente las emo­ciones, influyen a hacer sudar más intensamente.