¿Quién descubrió el bronce?

   El descubrimiento del bronce fue tan importante para el progreso de la hu­manidad que hay todo un período de la prehistoria que se llama preci­samente Edad del Bronce. Tal des­cubrimiento tuvo lugar hacia el año 4000 antes de nuestra Era, unos dos mil años antes de que comenzase la Edad del Hierro.

   Por los vestigios recogidos, el pri­mer metal que el hombre descubrió y utilizó fue el cobre. Probablemen­te, algún día, alguien calentó un tro­zo de mineral de cobre por casuali­dad y el mineral se fundió; los hom­bres aprendieron entonces a mol­dearlo y a fabricar utensilios con él.

   Pero el cobre resultaba realmente un material demasiado blando para emplearlo en los mil usos a que sin duda el hombre quería ya destinarlo. Naturalmente, no se sabe, en aque­llos tiempos en los que la humanidad amanecía para la historia, quién tu­vo la brillante idea. O si alguien lo des­cubrió por casualidad. Pero alguien tuvo que ser el que mezclara un día el cobre con el estaño y obtuviera así la primera aleación de bronce existente. Parece ser que este acon­tecimiento se produjo en Oriente Medio, y más concretamente en el Kurdistán, donde el empleo genera­lizado del bronce alcanza mayor antigüedad que en otros sitios. El descubrimiento del bronce supuso un gran salto adelante para el hom­bre. Reunía grandes ventajas sobre el cobre, hasta entonces predomi­nantemente utilizado: era mucho más duro, menos fácil de corroer y se prestaba bien a ser forjado, lami­nado o estampado. El bronce se empleó tanto y durante tan largo tiempo, y para tantos fines, que no es extraño que los historiadores bau­tizaran toda una Era como Edad del Bronce.

   El uso del bronce fue ya importantí­simo en los albores de las civilizacio­nes egipcia y mesopotámica, siendo utilizado para la fabricación de armas, joyas, estatuas y toda clase de obje­tos, tanto utilitarios como artísticos. Cuando el empleo del bronce se ex­tendió por Europa, hacia el año 2000 antes de Cristo, pronto comenzó una activa explotación de las minas de cobre y estaño de las que se tenía noticia, llegando los pueblos medite­rráneos a navegar hasta el Báltico en su busca; fueron los pueblos cel­tas quienes mejor desarrollaron un arte propio a base de tan preciado metal.