Los hongos como alimento

   Las setas ya eran apreciadas por los antiguos romanos como un manjar delicado. Se consumía, sobre todo, la amanita de los césares, una seta de color rojo ana­ranjado, que todavía es uno de los hon­gos más apreciados en partes de Europa. Los cocineros franceses han empleado desde antiguo setas comestibles. El cul­tivo de champiñones empezó a efec­tuarse en Francia, en el siglo XVII. El cultivo a escala industrial ha conver­tido al champiñón, ya fresco, ya en conserva, en un artículo accesible du­rante todo el año. Este cultivo requiere cuidados minuciosos y el control de la humedad del aire y de la temperatura ambiental. Se realiza en terreno espe­cialmente preparado con estiércol que­mado, o compuestos sintéticos, mezclado con micelios obtenidos de cultivos en laboratorios. Los champiñones, al ser saprofitos, no necesitan luz, y su cultivo se realiza en sótanos o túneles. La predilección que los consumidores muestran por ejemplares de color blanco puro —recogidos antes de que los som­brerillos se hayan desarrollado total­mente— es de lamentar, ya que el aroma se encuentra principalmente en las la­minillas y es mucho más intenso en los champiñones desarrollados.

   Entre las setas, las especies realmente sabrosas apenas si son otras que las que el aficionado sabe reconocer. En el grabado de la parte inferior podemos ver algunas de ellas. A pesar de que son raras las setas venenosas, los prin­cipiantes temen siempre confundirse. La popularidad del níscalo o rovellón se debe, en buena parte, a que es difícil confundirlo con especies venenosas. En principio, deben evitarse los hongos del género Amonita, comestibles algu­nos de ellos, pero, en su mayoría, vene­nosos — y aun mortales — , como la Amonita phalloides, cuyos efectos tó­xicos no aparecen hasta muchas horas, o incluso un día entero, después de haber­lo ingerido.

   Las setas no son el único hongo comes­tible. La trufa, que crece en el subsuelo, constituye un manjar apreciado, amén de emplearse como condimento para muchos platos. Pertenece, al igual que la estimada colmenilla, al grupo de los ascomicetos. La mayoría de las setas de la familia de la colmenilla son veneno­sas, pero pueden ingerirse una vez her­vidas o desecadas.