La triste historia de Hsi y Ho

   Un día, hace ya mucho tiempo, un dragón hambriento intentó comerse el sol. El emperador de China y su pueblo estaban aterrorizados. Primero, un bocado pequeño fue tomado de un lado del sol. Luego un cuarto, un medio, y, finalmente, todo el sol se había ido, y no había quedado más que un anillo de luz blanca en el espacio negro, donde antes había estado el sol.
   Los temerosos pero inventivos chinos, sabían qué hacer. Empezaron a correr de un lado a otro, gritando desafíos y amenazas contra el dragón, al mismo tiempo que tocaban tambores, que golpeaban gongs y otros instrumentos hasta que el dragon se alejó asustado. El sol se salvó, pero el emperador, ahora más enfadado que asustado, ordenó que los astrónomos imperiales, Hsi y Ho, fueran decapitados por no advertirle a tiempo del ataque del dragón.
   Desde hace mucho tiempo existe una canción anónima que se puede decir que es el epitafio de los dos astrónomos:

Aquí yacen los cuerpos de Hsi y Ho,
Cuyo destino, aunque triste, era visible:
Morir por no prever
Un eclipse que era invisible.

   La historia no es más que un mito, los nombres de los dos supuestos astrónomos se derivan de la madre mítica del sol, la diosa Hsi Ho. Saber la fecha en que se observó el primer eclipse solar es incierto. Pero de acuerdo con los huesos del oráculo Shang (huesos animales con inscripciones), los chinos registraron un eclipse en 1217 antes de Cristo Los eruditos chinos más tarde explicaron que la luna había ocultado, (o comido) brevemente al sol.